Rudiger Koch, el alemán que batió el Récord Guinness Mundial superando a Estados Unidos por 20 días viviendo bajo el agua. [Rudiger Koch nadando en el mar, luego de 4 meses sin ducharse. Foto: BBC News]
Durante los últimos cuatro meses, el alemán Rudiger Koch, entre sus ventanas submarinas, a una profundidad de 11 metros, veía el mar a diario. Tras 120 días, Koch se transformó en la persona que ha conseguido vivir más tiempo bajo el agua, superando el precedente récord de 100 días, establecido en 2023 por Joseph Dituri de Estados Unidos.
La meta de este ingeniero aeroespacial, de 59 años, no consistía únicamente en establecer un hito de permanencia bajo el agua, sino también en evidenciar que «la vida en el océano es factible» y que podría representar una opción verdadera para la humanidad. Koch llevó a cabo su hazaña cerca de Puerto Lindo, en la costa del Caribe de Panamá, en un módulo sumergido que él mismo creó y que, según sostiene, ya se ha transformado en el hogar de una variedad de vida marina.
Koch estaba en un área de aproximadamente 30 metros cuadrados, con un tubo vertical que unía la casa submarina con una estructura flotante en la superficie. En la parte superior se hallaba su equipo, junto con los recursos y el sistema de comunicación que le facilitaba mantener una comunicación con el exterior. Pese a que su peculiar hogar disponía de cama, internet (a través de un enlace Starlink), ordenador e incluso una bicicleta estática, las restricciones eran numerosas, desde la ausencia de una ducha hasta la obligación de realizar controles de salud y calidad del aire de manera constante.
«Aquí tengo varios sensores, como el CO2. También mido la temperatura y la humedad, y llevo un reloj que registra mis signos vitales constantemente», relató Koch a BBC News, señalando los dispositivos que se veían por todo el recinto. Por lo tanto, no solo protegía su seguridad personal, sino que producía información para investigadores y expertos que buscaban entender los impactos de una larga permanencia bajo el mar.
Las seis ventanas que envuelven la cápsula proporcionaban a Koch una perspectiva única de la vida en el mar. Afirmó que dedicaba varios minutos diarios a observar cardúmenes de peces y a escuchar el constante chasquido de crustáceos y otros animales que residen en el agua. «Puedo oír clics continuos, que vienen de ciertos crustáceos capaces de mover sus pinzas tan rápido que forman una burbuja de vacío. Al colapsar, se produce un sonido muy fuerte, casi como un latigazo», explicó a BBC News.
Este sonido, prácticamente imperceptible para aquellos que no se encuentran profundamente inmersos, le recordaba que su presencia también promueve la creación de un arrecife artificial: la superficie exterior del hábitat se va llenando de algas, corales y otras especies marinas que utilizan la estructura como refugio. Disponía de un equipo de soporte que funcionaba desde la cámara superior, responsable de suministrar alimentos y supervisar aspectos esenciales, como el abastecimiento de electricidad y las condiciones climáticas.
Adicionalmente, contaba con el apoyo de otros individuos asociados a tendencias de pensamiento que fomentan la denominada «colonización del océano» o seasteading. Para ellos, la experiencia de Koch no se limita a la búsqueda de un nuevo hito, sino que representa un inicio para evidenciar la factibilidad de establecer comunidades estables en alta mar. «Estoy siendo monitoreado como un ‘control’ para lo que hizo el doctor Dituri, quien vivió 100 días sumergido en un entorno presurizado», expresó, refiriéndose al investigador estadounidense que hasta ahora tenía el récord mundial por pasar más tiempo sumergido.
En 2023, Dituri logró permanecer en un hábitat submarino presurizado, tras estar 100 días bajo el agua en Florida, Estados Unidos. En su día a día, Koch dedicó gran parte de su tiempo a realizar pruebas técnicas, grabar videos y gestionar problemas diarios de manera remota gracias a la conexión a internet. Admitió que uno de los retos más significativos fue manejar la humedad y la escasez de espacio, junto con la falta de una ducha en circunstancias habituales.
Para muchos, lo que Koch realizó es inusual; sin embargo, para él, representa una prueba de que la frontera entre la superficie y el fondo marino no es tan inalterable como se podría creer. «Es un paso más para entender que los humanos podemos habitar nuevos entornos, lo que queremos mostrar es que los océanos son un entorno viable para la expansión humana», afirmó convencido de que estos proyectos pueden expandirse en el futuro y que las comunidades marinas podrían proporcionar soluciones a los desafíos de espacio y recursos en la superficie terrestre.
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Redactado por Nicol Zamora

